Crust tsunamis (maremoto de la corteza terrestre)
Un crust tsunami (maremoto de la corteza (terrestre)) hace
referencia a las consecuencias que tendría el impacto de un meteorito
gigantesco, del orden de centenares de kilómetros contra la superficie
de la Tierra.
Por semejanza a los tsunamis convencionales en los que el agua del océano asciende formando una enorme ola, en un crust tsunami se elevaría la corteza terrestre, despegándose del manto.
Maremotos en el pasado
Se conservan muchas descripciones de olas catastróficas en la Antigüedad, especialmente en la zona mediterránea.
Isla Santorini (-1.650)
Algunos autores afirman que la leyenda de la Atlántida está basada en la dramática desaparición de la civilización Minoica que habitaba en Creta en el siglo XVI a. C. Según esta hipótesis, las olas que generó la explosión de la isla volcánica de Santorini
destruyeron al completo la ciudad de Teras, que se situaba en ella y
que era el principal puerto comercial de los minoicos. Dichas olas
habrían llegado a Creta con 100 o 150 m de altura, asolando puertos
importantes de la costa norte de la isla, como los de Cnosos.
Supuestamente, gran parte de su flota quedó destruida y sus cultivos
malogrados por el agua de mar y la nube de cenizas. Los años de hambruna
que siguieron debilitaron al gobierno central, y la repentina debilidad
de los antaño poderosos cretenses los dejó a merced de las invasiones.
La explosión de Santorini pudo ser muy superior a la del Krakatoa.
] Golfo de Cádiz
Los Investigadores Antonio Rodríguez Ramírez y Juan Antonio Morales
González ,de los Departamentos de Geodinámica-Paleontología y Geología
de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Huelva,
ha estudiado abundantes restos de tsunamis en el Golfo de Cádiz. Estos
estudios se han centrado en el estuario del Tinto-Odiel y en el del
Guadalquivir. Las evidencias más antiguas corresponden al Guadalquivir
con un episodio del 1500-2000 años antes de nuestra era, afectando a
áreas que distan más de 15 km de la costa. En el estuario del Tinto
odiel aparecen depósitos sedimentarios relacionados con tsunamis
históricos del 382-395, 881, 1531 y 1755.
En el -218 y -210 hubo un tsunami en la península Ibérica.5
Se tomó el Golfo de Cádiz como objeto de estudio principal y se ha
llegado a la conclusión de que hubo una gigantesca ruptura de estratos.
Un tsunami se hace reconocible por los destrozos impresionantes de los
que quedan restos detectables siglos después; estos desastres
ambientales de transformación del paisaje costero a través de la
paleogeografía se puede reconstruir. Las ondas de tsunami llegan a zonas
donde no llega habitualmente el agua marina y esos restos son los que
prueban esas catástrofes. Ésta se ha registrado en el estuario del Guadalquivir
y en el área de Doñana. Luego el estudio se ha ampliado a la costa
atlántica y se ha comparado con las consecuencias paleogeográficas
producidas en el gran tsunami y terremoto de Lisboa de 1755.
Este estudio nos señala que existen zonas predispuestas a que haya
tsunamis, es decir a sufrir esta expulsión de energía por parte de la
naturaleza.6
Lisboa (1755)
El denominado terremoto de Lisboa de 1755, ocurrido el 1 de noviembre de dicho año,7 y al que se ha atribuido una magnitud de 9 en la escala de Richter (no comprobada ya que no existían sismógrafos en la época), tuvo su epicentro en la falla Azores-Gibraltar, a 37° de latitud Norte y 10° de longitud Oeste (a 800 km al suroeste de la punta sur de Portugal). Además de destruir Lisboa y hacer temblar el suelo hasta Alemania,8
el terremoto produjo un gran maremoto que afectó a todas las costas
atlánticas. Entre treinta minutos y una hora después de producirse el
sismo, olas de entre 6 y 20 metros sobre el puerto de Lisboa y sobre
ciudades del suroeste de la península Ibérica mataron a millares de personas y destruyeron poblaciones. Más de un millar de personas perecieron solamente en Ayamonte y otras tantas en Cádiz; numerosas poblaciones en el Algarve resultaron destruidas y las costas de Marruecos y Huelva quedaron gravemente afectadas. Antes de la llegada de las enormes olas, las aguas del estuario del Tajo se retiraron hacia el mar, mostrando mercancías y cascos de barcos olvidados que yacían en el lecho del puerto.9 10 Las olas se propagaron, entre otros lugares, hasta las costas de Martinica, Barbados, América del Sur y Finlandia.